lunes, 30 de diciembre de 2013

El comienzo de la vida humana y la polémica sobre la reforma de la ley de aborto

Por su interés reproducimos a continuación integramente la siguiente entrada del blog "Bioética, Sociedad y Cultura", en el que se reflexiona sobre el comienzo de la vida humana, y que viene a colación por la polémica surgida por el anteproyecto de ley de aborto.

La polémica ha vuelto. La pretendida reforma de la actual ley de aborto vuelve a suscitar encendidas discusiones que carecen en su mayoría de la necesaria reflexión y consecuente profundidad. En definitiva seguimos buscando respuesta a una cuestión nunca resuelta. Determinar el comienzo de la vida humana se ha convertido en un problema de difícil resolución. Una vez más, lo que debería ser una objetiva apreciación científica se ha convertido en una apasionada polémica no exenta de una excesiva ideologización de la que no logramos sustraernos, lo que impide una visión sosegada de una de las cuestiones fundamentales de la bioética. Por ese motivo volvemos a un ya publicado artículo en el que se revisará, en busca de la raíz del problema, las distintas visiones que al respecto priman en la actualidad.

UNA CUESTIÓN POLÉMICA: EL COMIENZO DE LA VIDA HUMANA

No cabe duda que una de las cuestiones fundamentales a la que debemos enfrentarnos ante los problemas bioéticos es la que suscita la figura del embrión y determinar cuándo comienza la vida humana. Ello conlleva de inmediato otras consecuentes: ¿Es el embrión humano una vida?, ¿una persona? Y las distintas etapas en el desarrollo biológico del embrión humano, ¿se pueden considerar como una vida humana en sí misma o en potencia? En definitiva nos preguntamos qué es vida humana y cuál es su relación con la vida personal, con la persona. Al mismo tiempo consideramos, desde el punto de vista axiológico, que la vida humana tiene valor según sea correspondiente con la persona humana (1). Estas consideraciones adquieren mayor relevancia si cabe ante las nuevas técnicas de reproducción. Como dice BARBOZA (2): “Hasta hace poco tiempo, era imposible separar el embrión del cuerpo de la mujer; no obstante, la técnica de fertilización in Vitro ha superado esa imposibilidad. La definición del inicio de la vida humana ha sido tormentosa aun tratándose de un ser concebido por medios naturales en el vientre de la madre. Se intensificarán las dificultades frente a hechos inéditos surgidos de la fertilización in vitro: a) la posibilidad de un intervalo entre el instante de la fecundación y el del embarazo, lo que puede darse por tiempo indefinido; b) la existencia de embriones sobrantes; c) la posibilidad de gestación por una mujer que no es la madre biológica, es decir, la donante del gameto femenino; d) la definición exacta de a partir de qué momento existe un embrión”. Lo planteado no es cuestión baladí, puesto que según la respuesta que demos a las preguntas planteadas así serán las respuestas a preguntas posteriores. Ciertamente la pregunta central requiere una respuesta científica, pero el propio concepto de vida es esquivo. Un mismo hecho biológico puede ser interpretado de distinta manera con base en las distintas concepciones morales que sustentemos. Se suele expresar con rotundidad en el campo científico que “la afirmación: «el embrión humano es un individuo de la especie humana», es la consecuencia lógica del estatuto biológico del embrión humano que la ciencia positiva pone de manifiesto de modo irrefutable acudiendo exclusivamente al dato objetivo científico y sin consideración filosófica o teológica ulterior” (3). De este modo “este estatuto biológico del embrión humano permite concluir que en tanto en cuanto el embrión humano es un individuo de la especie humana, es merecedor de los mismos derechos que poseen los seres humanos en etapas ulteriores de su desarrollo, pues no es la fase de desarrollo en que se encuentra un ser humano el hecho que le confiere derechos, sino el mero hecho de ser un individuo de la especie humana. Y de aquí puede consecuentemente deducirse el estatuto antropológico del embrión humano” (4). Esta categórica afirmación es sin embargo matizada en ciertos aspectos, aunque sea de procedimiento, Es muy frecuente observar que, una vez llevada a cabo esa observación de los primeros momentos, se afirma sin más dilación que «está científicamente comprobado que la vida humana comienza cuando se fusionan un espermatozoide y un óvulo», o “ningún científico dudaría en responder que el inicio de la vida humana tiene lugar en el momento de la fecundación, cuando surge una realidad nueva y distinta” (5) . Sin embargo, examinando con más detalle los conocimientos que el método científico nos puede proporcionar, podemos decir que esa afirmación es precipitada (6). La afirmación «esto es un ser humano» no es una ley científica, ni se puede comprobar científicamente. Y esto vale también para cualquier otra especie: es imposible diseñar un experimento que termine revelando directamente la especie de un ser cualquiera. Por tanto, la afirmación «está científicamente comprobado que la vida humana comienza ... etc.» no es cierta en su sentido literal. Y lo mismo sucede para las afirmaciones opuestas: la frase «esto no es un ser humano» no es una ley científica; y la afirmación «está científicamente comprobado que la vida humana es un momento más en el continuo que se remonta a los primeros vivientes», y otras parecidas, no son ciertas en sentido literal. En opinión de Pardo Caballos si deseamos saber cuándo comienza el hombre, nos deberemos mover a caballo entre conocimientos filosóficos, para saber qué es y cómo identificar la vida, y qué es un hombre, y evidencias científicas, para poder perfilar cómo es la materialidad del ser humano en sus comienzos y poder establecer así un punto inicial de la vida humana en el tiempo. Para delimitar lo que es un ser vivo no se puede partir de la biología. Ésta es la ciencia que estudia los seres vivos. Por tanto, antes de comenzarla debemos saber qué es un ser vivo, y la biología (inexistente en este momento de la pesquisa) no puede responder esa pregunta, pues su desarrollo supone ya una respuesta inicial. Saber qué es un viviente es, pues, patrimonio del sentido común o del conocimiento ordinario, y de la elaboración lógica de dicho conocimiento que llamamos filosofía (7).

La disonancia apuntada no se queda en meras cuestiones de método o de procedimiento, sino que, en opinión de Herrera Guevara, la percepción del concepto vida ha ido unida a la expansión del credo judeo-cristiano. “Los dogmáticos religiosos no diferencian entre embrión gamético (se genera cuando un espermatozoide fecunda un óvulo) y embrión somático (construcción artificial que puede obtenerse, como hemos visto, por transferencia nuclear). Las diferencias entre ambos no parecen importar a los radicales, si bien es evidente que el somático no es viable, nunca llegará a desarrollarse más allá de la fase de blastocisto. Posturas religiosas como la católica no sólo ven en cualquier tipo de embrión (o preembrión) vida biológica y humana, sino un individuo en potencia (…) La mayor parte de los opositores a la investigación con embriones y con células madre embrionarias se adhieren a la tan conocida expresión "estatuto moral del embrión" y se olvidan de dos aspectos fundamentales.
En primer lugar, no podemos hablar de los derechos y del estatuto moral de algo que no es todavía ni tan siquiera un ser vivo, un animal, estamos tratando con un mero agregado de células que, como hemos visto con anterioridad, tampoco pueden ser consideradas "un individuo en potencia".
En segundo lugar, se abusa intencionada e ideológicamente del término "embrión" a fin de no establecer diferenciación entre un embrión viable (llegará a desarrollarse para poder ser implantado en un útero), un preembrión (embrión que no ha pasado de las dos semanas), un embrión no viable (nunca llegará a desarrollarse más allá de la fase de blastocisto [día +5 posfecundación]), un embrión gamético y un embrión somático ”(8). Según entiende la autora apuntada, vivir en una sociedad democrática y en un estado de derecho secular va unido a valores políticos y éticos que no podemos suspender, o colocar entre paréntesis, cuando de su aplicación se derivan normas o leyes que chocan con nuestras creencias personales (creencias religiosas u otro tipo de cosmovisión). El sello más propio de una sociedad democrática es su pluralismo de formas de vida y de creencias religiosas. En el momento presente miraríamos con sospecha a quien defendiese una única forma de vida como válida e intentase imponerla a todos los demás. El estado de derecho secular se caracteriza por su neutralidad frente a esas formas de vida y creencias; eso sí, esto no quiere decir que todo esté permitido, el propio límite lo tenemos en el estado de derecho. Vivir en un estado de derecho significa, igualmente, la prioridad de los derechos subjetivos modernos frente a cualquier forma de vida o creencia religiosa. Tales derechos se concretaron en los derechos humanos de primera, segunda y tercera generación. Los ciudadanos en su percepción social del actual desarrollo biotecnológico no deberían olvidar que estos principios son la base del modelo democrático occidental. Una bioética debe dar una respuesta acorde a esta situación, una respuesta civil y laica. Sólo le cabe reflexionar desde una ética de mínimos. Una ética transcultural de mínimos se construye sobre valores universalizables tales como la paz, la justicia o la libertad (9).

Por otra parte, la distinción de los estadios o etapas de desarrollo del nasciturus que delimitan las ciencias biológicas, parece cobrar importancia para muchos científicos, ya que estas etapas biológicas diferenciadas permitirían una categorización normativa distinta en el nasciturus según el estado en que se halla, y por ende una protección legal dispar. Varias son las teorías que intentan determinar el momento a partir del cual el producto de la concepción puede empezar a ser considerado como «persona» para derivar a partir de allí consecuencias legales. A este respecto podemos avanzar que algunos científicos sostienen que el comienzo de la «persona humana» sucede a partir del decimocuarto día posterior a la concepción. Esto fue propuesto por primera vez en el año 1979 por el Ethics Advisory Board (DHEW) en los EE.UU. fundamentando su posición en el hecho que en el decimocuarto día finaliza la implantación del embrión. Años después, en 1984, la comisión australiana Waller llegó a las mismas conclusiones, ya que posteriormente a dicho estadio se forma la línea primitiva y comienza la diferenciación del embrión de manera más evidente. En ese mismo año, el conocido Informe de la Comisión Warnock (tomando el nombre de la presidenta de la misma y Catedrática de Filosofía la Baronesa Mary Warnock), llega a la misma conclusión y utiliza el término «preembrión» para referirse al nuevo ser durante ese período inicial. Desde un punto de vista genético, el día 14º separa la evolución del nuevo ser en dos momentos claramente diferenciables (10).
En este sentido KNOEPFFLER señala: “Esta posición puede adaptarse al conocimiento de nuestros tiempos, de manera que pueda sostenerse la tesis de que la existencia de un ser humano individual se da primero cuando comienza el desarrollo neuronal; de este modo antes, en el momento de la formación de la línea primitiva según la disposición de la placa neural, podemos hablar de la existencia de alguna función neuronal y con ello de una forma previa de cerebro. De la misma manera que actualmente, al final de la vida, puede confirmarse la muerte de una persona a partir de la comprobación de la muerte cerebral, al menos en la opinión de la mayoría de los médicos, juristas y legisladores, también podría establecerse una analogía que partiera de esto último, esto es, que también el comienzo de la vida humana, contemplando la existencia en tanto que vida individual, se da por primera vez cuando se ha formado la línea primitiva y se tiene constancia del comienzo de la actividad neuronal” (11). Esta diferenciación es fundamental, puesto que separa dos momentos biológicos que determinan dos estatutos legales distintos y a la postre éticos (12).

En definitiva y como dice STITH “el fracaso de nuestros debates públicos sobre el aborto y la investigación destructora de embriones se debe, en gran parte, no a distintas valoraciones de la vida humana individual sino a distintas concepciones e intuiciones acerca del proceso de gestación. Un grupo lo trata como un proceso de construcción y el otro como un proceso de desarrollo” (13). Estos dos incompatibles modelos de reproducción explican las distintas posturas que por lo general se encuentran en los debates sobre la vida. Sin embargo casi todos los argumentos, o por lo menos la gran mayoría defienden su fidelidad a un mismo principio, el de la dignidad humana. “Cada bando se fundamenta en un distinto modelo de gestación, hasta el punto de que no se le ocurre que el otro bando no comparta su visión fundamental. Y una vez aceptado, cada modelo genera su posición en pro o en contra con una lógica casi absoluta e inevitable” (14).

Un reciente ejemplo nos enseña esta polémica – en mi opinión estéril – en la cuál se trata de extraer consecuencias ideológicas de todo tipo basándose en presumibles evidencias científicas, aunque en el fondo no existan mayor diferencia. Con ocasión del actual proyecto de nueva regulación del aborto en España surgieron en principio voces discrepantes con el mismo por una parte de la comunidad científica que se formalizó a través del denominado “Manifiesto de Madrid”. El mismo abarca varios aspectos, pero en concreto sobre nuestro tema de interés dice: “Reclamamos una correcta interpretación de los datos de la ciencia en relación con la vida humana en todas sus etapas y a este respecto deseamos se tengan en consideración los siguientes hechos: a) Existe sobrada evidencia científica de que la vida empieza en el momento de la fecundación. Los conocimientos más actuales así lo demuestran: la Genética señala que la fecundación es el momento en que se constituye la identidad genética singular; la Biología Celular explica que los seres pluricelulares se constituyen a partir de una única célula inicial, el cigoto, en cuyo núcleo se encuentra la información genética que se conserva en todas las células y es la que determina la diferenciación celular; la Embriología describe el desarrollo y revela cómo se desenvuelve sin solución de continuidad. b) El cigoto es la primera realidad corporal del ser humano. Tras la fusión de los núcleos gaméticos materno y paterno, el núcleo resultante es el centro coordinador del desarrollo, que reside en las moléculas de ADN, resultado de la adición de los genes paternos y maternos en una combinación nueva y singular. c) El embrión (desde la fecundación hasta la octava semana) y el feto (a partir de la octava semana) son las primeras fases del desarrollo de un nuevo ser humano y en el claustro materno no forman parte de la sustantividad ni de ningún órgano de la madre, aunque dependa de ésta para su propio desarrollo. d) La naturaleza biológica del embrión y del feto humano es independiente del modo en que se haya originado, bien sea proveniente de una reproducción natural o producto de reproducción asistida (15)".
No tardó mucho tiempo en que se contestase al mismo por parte de otro sector de la comunidad científica: “Los datos científicos disponibles sobre las etapas del desarrollo embrionario son hechos objetivables, cuya interpretación y difusión han de estar exentas de influencias ideológicas o creencias religiosas. Por ello, denunciamos el reiterado uso del término “científico” al referirse a opiniones sobre las que ni la Genética, ni la Biología Celular ni la Embriología tienen argumentos decisorios. El momento en que puede considerarse humano un ser no puede establecerse mediante criterios científicos; el conocimiento científico puede clarificar características funcionales determinadas, pero no puede afirmar o negar si esas características confieren al embrión la condición de ser humano, tal y como se aplica a los individuos desarrollados de la especie humana. Esto entra en el ámbito de las creencias personales, ideológicas o religiosas. Los científicos, como el resto de los ciudadanos, tenemos la libertad de adoptar en función de nuestras ideas y creencias, posturas personales frente a cualquier iniciativa legislativa, que habrá de ser finalmente aprobada por el Parlamento de la Nación, pero consideramos importante evitar que se confunda a la sociedad, contaminando problemas de carácter social, y por lo tanto de convivencia, con argumentos a los que la Ciencia no otorga legitimidad (16).” Las interpretaciones a ambos textos han desatado una triste polémica, a través de interpretaciones realizadas normalmente por personas alejadas del campo científico y movidas por sus intereses ideológicos y partidarios, pero, ¿realmente dicen cosas tan distintas ambos textos sobre el inicio de la vida? Entendemos que no, que la polémica se aloja en otros campos distintos al científico.

El neuropatólogo O. BRÜSTLE, pionero de la investigación con células madre en Alemania es taxativo: “Entiendo que se quiera regular estrictamente esta tecnología, a efectos de evitar abusos. También es legítimo solicitar explicaciones a los científicos: muchos de los temores provienen de la falta de conocimientos sobre esa compleja área. La consecuencia son posiciones extremas por miedo a que se pierda el control. Pero no tengo comprensión para con quienes discuten sin saber de qué hablan. Quien quiera discutir debe informarse y comprender de qué se trata”(17). Ello determina que la opinión científica – que aparentemente debería ser objetiva y meramente descriptiva – está igualmente mediatizada por las consecuencias que se puedan extraer. El profesor GRACIA, comentando las posturas a favor y en contra de los científicos, en este caso en el debate sobre el aborto, señala: “Yo creo que a veces los científicos se pasan. Cuando se dice que la ciencia demuestra que desde el primer momento un embrión es un ser humano, yo creo que eso no es verdad y la ciencia no puede decir nada ni a favor ni en contra. La ciencia sabe lo que sabe, utiliza las técnicas que tiene y nada más. Y la cuestión no es una cuestión científica, es ética. Lo que me parece absolutamente incorrecto es que unos señores se atribuyan unas prerrogativas que no tienen y que digan "nosotros como científicos". Eso es incorrecto y no se puede decir y esos señores están utilizando la ciencia de un modo que no es correcto. Están manipulando a la gente” (18).

Las precedentes palabras de Gracia ponen en entredicho muchas cuestiones. Ciertamente la discusión sobre el surgimiento de la vida corresponde a los científicos. Pero no cabe duda que hasta la opinión de estos va a tener connotaciones determinadas en consonancia con su ideología, entendida esta en el sentido más amplio de la expresión y no al restrictivo de la política. En consecuencia, qué opinión puede referir un filósofo o un jurista respecto a las consecuencias de un hecho, el surgimiento de la vida, que debería ser objetivo. Hablar de ser humano quizá sea excesivo para algunos por el término “humano”, - entendiendo este como un concepto de carácter filosófico – pero sí podemos afirmar que estamos ante un “ser”, que es “vivo”, y de la “especie humana”. A partir de aquí surge la interpretación, donde hay vía libre para todas las disciplinas. La discusión, si esto se acepta, ya no es científica, puesto que lo que se pone en entredicho no es el ser vivo de la especie humana, sino su “humanidad”.

Consecuentemente la discusión sobre el surgimiento de la vida se torna fácil: la fecundación ó la gestación (esto es la anidación del óvulo fecundado en el endometrio), – una diferencia entre ellas de 14 días – y derivamos “todo lo demás” a disquisiciones filosóficas y sus consecuencias biojurídicas.

(1) Parra Tapia, I.., “Consideraciones biojurídicas sobre la vida en el embrión humano”, Revista de Filosofía Práctica DIKAIOSYNE, nº 16, Año IX, Junio 2006, Universidad de Los Andes, Mérida-Venezuela., pág.38. (2) Barboza, H. “El estatuto ético del embrión humano”, Monografías Humanitas, núm. 4, pág. 100. (3) López Barahona, M. “El respeto al embrión humano y la Ley 14/2006 vigente en España de reproducción asistida”, Cuadernos de Bioética XVIII, 2007/3º, pág. 349. (4) Ibidem, pág. 350. (5) Rodríguez Yunta, E. “Ética de la investigación con embriones humanos”, en Lolas, F./Quezada, A./Rodríguez, E. (eds) “Investigación en salud. Dimensión ética”, CIEB, Universidad de Chile, 1ª ed., marzo 2006., pág 177. (6) Pardo Caballos, A., “La determinación del comienzo de la vida humana: cuestiones de método”, Cuadernos de Bioética XVIII, 2007/3º, pág. 337 (7) Ibidem, pág. 339. (8) Herrera Guevara, A., “Nueva retórica del concepto vida”, Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad - CTS, enero, año 2008/vol. 4, número 010 REDES. Centro de Estudios sobre Ciencia, Desarrollo y Educación Superior Buenos Aires, Argentina pp. 236-237. (9) Ibidem, pág. 238. (10) Martinez, M.P., “Análisis Sobre El Comienzo De La Vida Humana”, Cuadernos de Bioética. 2003/2ª, 3ª, Págs. 279-281 (11) Knoepffler, N. , “Hacia un concepto normativo de embrión” Monografías Humanitas, núm. 4, pág.. 85. (12) Numerosas instancias morales se han pronunciado sobre el reconocimiento de la dignidad humana del embrión desde el momento de la fecundación, exigiendo el respeto sobre su patrimonio cromosómico y genético, como las citadas Declaración de la Iglesia Evangélica de Alemania sobre las Cuestiones de Bioética, la Instrucción Donum vitae o la Carta encíclica “Evangelium vitae”. El Parlamento Europeo en su Resolución sobre la fecundación artificial de 1989, se declara “consciente de la necesidad de proteger la vida humana desde el momento de la fecundación”; la Ley alemana rechazó el término “preembrión” y el Proyecto de Ley de Fecundación Asistida aprobado por la Cámara de Diputados italiana el 26 de mayo de 1999 establece que el embrión creado in vitro tiene “personalidad” desde el momento de la fecundación. En Iberoamérica, por ejemplo, las Constituciones de Chile (artículo 19.1), Ecuador (artículo 25.3), Perú (artículo 2.1) y Venezuela (artículos 58 y 74) aseguran el derecho a la vida a todas las personas, entendiéndose esta protección también aplicable a la vida que está por nacer y desde el momento de su concepción. Además, la Convención Americana de Derechos Humanos de Costa Rica de 1969, que, como tal, tiene carácter de Tratado Internacional y que ha sido introducida en el ordenamiento jurídico de los países iberoamericanos firmantes, establece que toda persona tiene derecho a que se respete su vida y, en general, a partir del momento de la concepción. (13) Stith, R. “Construcción vs. Desarrollo: la raiz de nuestros malentendidos sobre el principio de la vida”, Cuadernos de Bioética, XIX, 2008/3º, pág. 511. (14) Ibidem, pág. 512. (15) Manifiesto de Madrid, Jouvé, N. et al., en http://www.hazteoir.org/node/18344 (16) Manifiesto Científico en contra de la utilización ideológica de los hechos científicos, Avila, J. et al. en www.nodo50.org/criterio_cientifico/ (17) Entrevista publicada en la Revista Deutschland, 1, 2008, pág. 59. (18) Entrevista publicada en el Diario El Progreso, de Lugo, edición digital de 18/04/2009.

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miércoles, 13 de noviembre de 2013

SOBRE LA EUTANASIA A MENORES DE EDAD

Publicamos la entrada del blog "Bioética, Sociedad y Cultura" en el que se hace eco de las repercusiones que ha habido en ciertos sectores doctrinales sobre la noticia aparecida en los medios respecto a la próxima aprobación por el Parlamento belga de la eutanasia a menores de edad. Los enlaces a los distintos artículos se encuentran en la página de referencia: Sabemos que el debate sobre la eutanasia será siempre inacabado. A colación de la posible aprobación por el Parlamento de Bélgica de la eutanasia a menores - y hacemos hincapié en que desconocemos razones, causas y requisitos en que finalmente se formalice ésta, si es que lo hace - se han publicado una serie de artículos al respecto por parte de profesionales de autoridad contrastada. Fernando Soler Grande, miembro la Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente (AFDMD), hace mención a tres artículos publicados en el órgano de expresión de la Organización médica Colegial (OMC), medicosypacientes.com. El primero se corresponde con el del conocido Dr. Gómez Sancho, presidente de la Comisión Deontológica de la citada OMC, ""La pendiente resbaladiza y la eutanasia infantil"; el presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), doctor Álvaro Gándara, firma el segundo, y el tercero se corresponde con la postura del Comité de Bioética de la Sociedad Española de Pediatría (SEP) al respecto.

martes, 6 de agosto de 2013

GASTO MÉDICO INNECESARIO EN CANARIAS

En Canarias cada año se destinan 3 millones de euros a terapias contra el dolor de espalda que bien no han demostrado científicamente su eficacia o que directamente son ineficaces. De extrapolarse estas cifras a todo el territorio español, tendríamos el siguiente panorama: 75 millones de euros se gastan año tras año en tratamientos para combatir el dolor cervical, lumbar o de hombro y sus resultados serán como mínimo no efectivos. Son los datos de un estudio realizado por la Fundación Kovacs, la Agencia de Calidad del Sistema Nacional de Salud, la Fundación Canaria de Investigación y Salud y el Instituto de Salud Carlos III para revisar todo lo que hace el Sistema Nacional de Salud (SNS) de forma sistemática y comprobar si hay prácticas ineficientes.

Este estudio, sobre terapias contra el dolor aplicadas en Canarias y cuyo coste asciende a los 70.000 euros, ha sido publicado en la revista científica 'BioMed Central Musculoskeletal Disorders'.

martes, 4 de junio de 2013

FUTURA EPIDEMIA DE INFERTILIDAD

Más de 150 especialistas mundiales reunidos en Alicante advierten de las consecuencias en la infertilidad por el retraso en la maternidad y los malos hábitos de vida (lasprovincias.es)

Más de 150 especialistas mundiales reunidos en Alicante advierten de las consecuencias en la infertilidad por el retraso en la maternidad y los malos hábitos de vida
Expertos internacionales reunidos ayer en Alicante alertaron sobre la posibilidad de que en los próximos años se registre una epidemia de esterilidad entre las mujeres.

Los especialistas, 150 profesionales reunidos en unas jornadas organizadas en el Instituto Bernabeu, están debatiendo durante dos días temas cruciales en la reproducción asistida con especial hincapié en la pobre respuesta ovárica y los fallos de implantación del embrión en el vientre materno.

Y es que, en la actualidad, el 20% de las parejas presenta algún problema de capacidad reproductiva y una de cada tres mujeres tiene una mala calidad ovárica que dificulta la concepción. Como consecuencia, se está produciendo un crecimiento muy importante en la donación de óvulos. De hecho, se ha multiplicado por cinco en los últimos diez años debido al agotamiento de la fertilidad de las mujeres que quieren tener un hijo.

Por contra, los expertos abogaron por superar las donaciones para centrar las investigaciones en tratamientos que puedan recuperar la capacidad fértil de las mujeres ya que este recurso (ovodonación) tiene que ser una de las últimas opciones.

En la primera jornada se puso de manifiesto que actualmente se está en la denominada Segunda Revolución de la Mujer tras la normalización del uso de la píldora (considerada como la primera) y que consiste en la congelación de óvulos -la vitrificación- en edades tempranas como método más fiable de una maternidad futura.

Gillian Lockwood, especialista en nuevos conceptos y tendencias en la planificación familiar actual, explicó que la normalización de la técnica de congelación de óvulos provoca que «el reloj biológico de la mujer se detenga». Lockwood, asesora del Gobierno de David Cameron en temas de Bioética, aseguró que el momento óptimo para congelar óvulos es antes de los 25 años. Ahora bien, advirtió de que «es mejor un óvulo congelado de una mujer de 36 años que uno fresco de una de 42». Por ello, la asesora del Gobierno inglés alertó que el retraso de la maternidad a los 40 años como un fenómeno de la sociedad actual es «una tragedia de la que nadie quiere hablar, pero que es muy real y que muchas mujeres que quieren ser madres nunca lo logran porque a esas edades la respuesta ovárica es muy baja».

Precisamente, para estos casos de respuesta ovárica baja, los expertos expusieron nuevas estrategias para prolongar la vida fértil y aumentar la posibilidad de embarazo a través de protocolos pioneros de estimulación ovárica a la carta y así recuperar la capacidad de tener descendencia con óvulos propios, además de una manera fiable. De este modo, se evita recurrir a la ovodonación como último recurso. Actualmente, el 40% de las mujeres de 40 años aborta y el 75% de las mayores de 45 años tampoco es capaz de finalizar su embarazo.

En esta jornada también intervinieron Thomas Mathews, de la clínica Bourn Hall, en Cambridge, donde nació el primer bebé probeta y quien realizó una repaso histórico sobre la reproducción asistida hasta la actualidad; Norbert Gleicher, del Center for Human Reproduction, de Nueva York, que explicó las técnicas y las últimas publicaciones aparecidas sobre el uso de andrógenos para combatir la baja respuesta ovárica, y André G. Uitterlinden, del Erasmus Medical Center, de Rotterdam, que presentó la relación entre la genética y el envejecimiento ovárico. La llamada hoja de ruta fértil podrá predecir a corto plazo, tras un análisis genético de la mujer, cuál va a ser el mejor momento para concebir un hijo.



 

miércoles, 15 de mayo de 2013

LA APARICIÓN DE UN NUEVO TIPO DE PACIENTE EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA Y EL NEOPATERNALISMO MÉDICO

Artículo publicado en la Revista "Bioética&Debat".


Reseña:

I.- INTRODUCCIÓN. II- LA APARICIÓN DE UN NUEVO PACIENTE EN LA RELACIÓN TERAPÉUTICA: DEL PACIENTE EXPERTO AL PACIENTE INTELIGENTE. III.- EL REGRESO DEL PATERNALISMO ANTE EL NUEVO TIPO DE PACIENTE. IV.- CONCLUSIONES.

RESUMEN: La transición inacabada del secular paternalismo a la autonomía ha hecho entrar en crisis la relación médico paciente, siendo el derecho positivo el que ha impuesto un régimen legal de obligada autonomía. El dilema se basa en que en la actualidad estamos en “tierra de nadie”: no debe haber paternalismo, pero existe, y debe haber autonomía, pero se duda de ella. A ello se añade un nuevo factor, que altera la relación terapéutica, cual es la aparición de un nuevo tipo de usuario de la sanidad, de un nuevo tipo de paciente, que ha sido denominado de forma distinta como “activo”, “experto” o “inteligente”, para en definitiva resaltar la existencia de un nuevo rol del paciente en el sistema sanitario que conlleve la necesaria superación de los arquetipos actuales con el surgimiento de un tipo de relación denominada “relación consensual”, “medicina asertiva”, “reconocimiento recíproco”, “calidad asistencial”, “autonomía relacional” o, como propugnamos, “Nuevo Paternalismo”. En definitiva todas estas acepciones buscan la superación del actual hieratismo, y se mueven en el amplio espectro que surge entre los dos pivotes que conforman el paternalismo y la autonomía, buscando un consenso que puedan obtener beneficio de los aspectos positivos de ambos. Se propugna que el médico lidere la relación terapéutica a través de la RMP sugerida y basada en este Nuevo Paternalismo que parte de esta premisa, rehabilitar la confianza en el seno de la relación médico-paciente como única vía de volver a estimar al médico como autoridad moral frente al paciente.

martes, 7 de mayo de 2013

Canarias cuenta con el menor índice de fecundidad de España

   Canarias, con una tasa del 1,05, es la comunidad autónoma con menor índice de fecundidad de España, lejos de la media europea (1,57) y del nivel de reemplazo generacional (2,1). Así lo recoge un informe difundido en enero por el Instituto de Política Familiar (IPF), realizado a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de la Oficina de Estadística Europea (Eurostat). Sebastián Hernández, jefe de Ginecología del Vithas Hospital Santa Catalina, de Las Palmas de Gran Canaria, recordó que "las mujeres retrasan cada vez más la maternidad, lo que puede producir algunos problemas, ya que una vez que la pareja decide tener hijos puede que la única solución sea acceder a las técnicas de reproducción asistida que no todos se pueden financiar debido a la crisis."

   Podemos recordar en este punto el Informe (2010) de Manuel Herrera-Hernández, Ex presidente de la Sociedad Canaria de Pediatría,


   (http://www.scptfe.com/inic/download.php?idfichero=536)


 “Además de la baja natalidad y fecundidad, problemática común en toda España y también en gran parte de Europa, Canarias cuenta con un problema añadido, y es la elevada tasa de fecundidad a edades tempranas de 15 a 19 años, y a edades más tardías de 40 a 44 años. La fecundidad en Canarias está muy polarizada en los primeros y últimos tramos de la fertilidad .Si comparamos las tasas específicas de fecundidad por edad comprobamos que Canarias presenta mayor tasa de nacimientos a edades muy tempranas, muy por encima de la media española, y también a edades más tardías a partir de los 40 años."


   A este respecto hay que señalar que se ha aportado el dato correspondiente a la fecundidad y no a la natalidad. como se ha repetido en algunos medios. Recordemos que se entiende por fecundidad la capacidad reproductiva de una población. Es diferente del término fertilidad que se refiere a la capacidad física de las parejas para reproducirse.

   Fecundidad es el número de niños nacidos vivos en una población; guarda directa relación con la fertilidad y con la edad al casarse o cohabitar, la disponibilidad y empleo de métodos anticonceptivos, el desarrollo económico, el estado social de la mujer y la estructura por edad y sexo. En concreto, se define la tasa general de fecundidad como el número de nacidos vivos por 1.000 de mujeres comprendidas entre los 15 y 49 años en determinado año, es decir mide la frecuencia de los nacimientos en el seno de la población femenina en edad fértil o reproductiva (la edad entre la menarquia y la menopausia). Así pues, la tasa general de fecundidad es mucho más indicativa de los cambios en la fecundidad efectiva que la tasa bruta de natalidad que se limita a indicar el número de nacidos vivos por 1.000 habitantes en un determinado año, es decir la relación entre el número de nacidos vivos durante un año dado y la población media de ese año y la medida más generalmente empleada.

jueves, 2 de mayo de 2013

Profesionales de la salud: "burócratas y geógrafos de valores" (Engelhardt)

Reproducimos esta entrada del Blog "Bioética, Sociedad y Cultura":
 
"Situemos a este autor en su contexto. H. Tristam Engelhardt es un exponente paradigmático de la Bioética contemporánea y representa perfectamente los planteamientos dominantes de la Bioética de los EE.UU., por la que todos los derechos deben quedar subordinados al derecho a la libertad, lo que supone que el principio de beneficiencia debe ceder ante el de autonomía; es representante por tanto de la concepción dualista o personismo que contrapone vida biológica a vida personal, lo que supone la negación de derechos a los no conscientes; dicho de otro modo, se desprecia la naturaleza al considerar que sólo la cultura como técnica o dominación de la naturaleza crea derechos. Este autor jerarquiza a los seres humanos en razón de la posesión o no de la autoconciencia y de la libertad. De este modo separa entre seres humanos biográficos o culturales – como los adultos – de los seres humanos simplemente biológicos, que no tienen derechos – como los niños-.

El ser adulto, consciente y competente, es digno, merece respeto y tiene derechos, en cuanto que sólo el es agente moral, ya que sólo la autonomía atribuye derechos. Sin embargo se niega esa dignidad, respeto y derechos a los seres humanos no autoconscientes (embriones, anencefálicos, niños pequeños) que sólo lo tendrán en función del valor e interés que sobre ellos tenga alguien dotado de autonomía.

Con la señalada expresión, en su obra “Los fundamentos de la Bioética”, se plantea el dilema moral al que deben enfrentarse los profesionales de la salud en una sociedad democrática, pluralista, abierta y con opciones morales en muchos casos enfrentadas.

Un hecho que resulta evidente es que el país protagonista de este proceso ha sido los Estado Unidos. La bioética es un producto típico de la cultura norteamericana. Ello se explica fácilmente por varios motivos. Uno, por el papel hegemónico que esta nación ha tenido en Occidente en todos los órdenes de la vida –económico, político, industrial, científico o tecnológico, etc.- a partir del final de la Segunda Guerra Mundial. Así, también la medicina occidental y todo lo que la rodea ha llegado a estar dominada por el coloso norteamericano. Otro motivo fundamental es que este país ha sido de los primeros que ha tenido que afrontar el problema que produce el pluralismo cuando un mismo hecho tiene que ser enjuiciado éticamente por varias personas con credos morales diferentes, y el respeto que hunde sus raíces en el propio origen de la nación norteamericana. Por ello, la bioética norteamericana es la respuesta al reto planteado por la convivencia en un mismo centro sanitario de médicos, enfermeras y pacientes con convicciones éticas absolutamente dispares.

Como quiera que el consenso moral es prácticamente imposible – sobre todo en las comunidades de donde surge el autor, EE.UU., en que conviven un crisol de razas y religiones - se debe buscar un punto de encuentro, y esto se virtualiza en un consenso jurídico o legal, es decir un pacto para que corrientes antagónicas encuentren los mínimos comunes requeridos para llegar a un diálogo eficaz y que esos mínimos sean legales.

Un aspecto central de la Bioética está precisamente en el reconocimiento de la pluralidad de opciones morales que caracteriza a las sociedades actuales y en propugnar la necesidad de establecer un mínimo marco de acuerdo por medio del cual individuos pertenecientes a comunidades morales diversas puedan considerarse ligados por una estructura común que permita la resolución de los conflictos con el suficiente grado de acuerdo. La elaboración de unos procedimientos de toma de decisiones en las que todos los implicados puedan participar, supone un paso de importancia fundamental. Pero en último extremo, si no hay acuerdo, el Derecho deberá establecer los límites de lo permitido; de ahí deriva la estrecha relación entre la Bioética y el Derecho, entendido como norma de conducta que emana de la voluntad de todos. Las normas jurídicas poseen una evidente relación con las morales, aunque no dependan de la ética para su configuración. En este entorno los Derecho Humanos constituyen a la vez las bases jurídicas y el mínimo ético irrenunciable sobre los que se asientan las sociedades democráticas, siendo su respeto y promoción la mejor pauta para fijar unos criterios, representando el consenso en torno a cuáles son las exigencias de la dignidad humana.

A eso quizá tiende la Bioética, al reconocimiento de la pluralidad de opciones morales existentes, propugnando la necesidad de establecer mínimos acuerdos. Si no hay acuerdo el Derecho debe establecer los límites de lo permitido.

Es en este entorno donde surge la expresión “burócratas que les recuerdan a los pacientes sus derechos y las circunstancias en que sus exigencias puedan quedar limitadas”, lo que supone la existencia de “normas y formulaciones burocráticas” que den en definitiva seguridad jurídica al encuentro entre “extraños morales”. Ello se virtualiza, entre otras, en el denominado “consentimiento informado”, que si bien debe entenderse como un “Proceso”, en realidad, lamentablemente, se ha convertido en estricto y mero “procedimiento”, en definitiva el mero cumplimiento de unos requisitos administrativos obligatorios por Ley – en España recogidos en la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, de Autonomía del paciente -, que deviene en definitiva en la denominada “medicina defensiva”.

Por otra parte, ciertamente Engelhardt parte de una semejanza muy gráfica al denominarlos “geógrafo de valores”. Buscando un símil con la geografía (“ciencia que estudia la descripción física de la tierra”), podríamos hablar de una “geografía moral”, que estudiaría la simple descripción moral de las personas. En ella el “observador” aparece como tercera persona, imparcial y objetivo, sin tener necesariamente una “implicación moral” con el paciente, pero comprendiendo, aunque no se comparta, los cuestionamientos morales que puedan plantearse en el sujeto. Ello nos llevaría, incluso, a las consideraciones expuestas por Peter Singer – exponente del utilitarismo – que en “Ética Práctica” señala que “la ética nos exige que trascendamos el yo y el tú para pasar a la ley universal, al universalizable, al punto de vista del espectador imparcial, del observador o como sea que decidamos llamarle”. Aceptando que los juicios éticos deben ser formulados desde un punto de vista universal, se acepta que “mis” propios intereses no pueden, por el sólo hecho de que son míos, contar más que los intereses de cualquier otro. Es decir tener en cuenta los intereses de todos aquéllos a quienes mi decisión afecta, me exige que sopese esos intereses y adopte la línea de acción que tenga más probabilidad de considerar al máximo los intereses de todos los afectados.

Engelhardt lo manifiesta también, - como resalta D´Agostino en “La Bioética como problema jurídico”- al considerar “la incapacidad de la razón para imponer a esta sociedad el reconocimiento de cualquier canon moral llamado a resolver todas las dificultades”, ya que la filosofía moral, tal como se la concibe en la actualidad, no puede disponer de principios guía que permitan regular cualquier tema."

jueves, 18 de abril de 2013

Roberto Colom: “Controlar al científico es una estupidez y un suicidio intelectual”

Interesante entrevista al Catedrático en la Universidad Autónoma de Madrid, Roberto Colom, en "Tercera Cultura".

Reproducimos la pregunta de la que trae causa esta entrada:

"4. Hace no mucho que fallecieron dos estudiosos de la inteligencia: Rushton y Jensen. Su trabajo fue objeto de acoso púbñico y académico, pero colegas suyos como James R. Flynn o usted mismo, defienden su honestidad y reivindican la “discrepancia noble”. ¿No le parece paradójico que a estas alturas tengamos que seguir apoyando la libertad de investigación, como si fuera un lujo?

No me parece paradójico sino ridículo. Concuerdo con Michael Brooks cuando demuestra, en su excelente libro ‘Radicales libres’ (The Secret Anarchy of Science), que se debe liberar a los científicos para investigar. Ahí reside el avance en la investigación y los resultados de los que nos beneficiamos los humanos. Controlar al científico es una estupidez y un suicidio intelectual. La sociedad confía en ellos, pero a algunos ‘intelectuales’ y ‘representantes sociales’ les fascina controlar, quizá porque no saben hacer otra cosa, quién sabe."

La libertad de investigación siempre ha sido un tema polémico. La bioética, en definitiva y sucintamente, es un ámbioro de reflexión sobre el cuestionamiento ético de si todo lo que es posible realizar tecnicamente se debe hacer.

A este respecto enlazamos con un artículo en el que se analiza la libertad de investigación en España.

jueves, 7 de marzo de 2013

Sobre la Unidad de cirugía cardiaca pediátrica en Gran Canaria

Después de un largo camino el Servicio Canario de la Salud (SCS) ha anunciado que la "continuidad" de la única unidad de cirugía cardíaca de Canarias, la que funciona en el Materno-Infantil de Gran Canaria, "está garantizada" a través de un acuerdo suscrito por tres años con el hospital madrileño de La Paz. Para recordar los antecedentes AQUÍ.

miércoles, 27 de febrero de 2013

SOBRE EL ORIGEN DE LA PALABRA BIOÉTICA

Recuperamos una entrada de 30 de enero de 2010 del Blog "Bioética, Sociedad y Cultura" sobre el origen de la palabra Bioética.

Es muy frecuente hablar de la “historia de la bioética”, cuando realmente estamos hablando de la “historia de la palabra bioética”, que no es lo mismo. La palabra bioética pudo ser utilizada con la dimensión que se le da en la actualidad por primera vez en la década del setenta. Pero eso no significa que autores anteriores no hubiesen realizado importantes desarrollos conceptuales sobre los principios y exigencias éticas que corresponden a las intervenciones del hombre en relación con la vida humana. Ni mucho menos, que tales principios o exigencias no resultasen anteriores a sus conceptualizaciones humanas.
La palabra bioética es un neologismo acuñado por el oncólogo de la Universidad de Madison, en Wisconsin (USA), Van Rensselaer Potter, quien en 1970, en un artículo titulado “Bioethics: the science of survival”, en la Revista especializada “Perspectivas in Biology and Medicine” utilizó por primera vez el término. Poco después, en 1971, publicó un libro con el título “Bioethics: bridge to the future”, en el que este autor englobaba la "disciplina que combina el conocimiento biológico con el de los valores humanos". Seis meses después, el obstetra y experto en fisiología fetal holandés André Hellegers crea el Instituto Kennedy de Bioética, en la católica y jesuita Universidad de Georgetown (Washington DC), siendo esta la primera vez que una institución académica recurre al nuevo término. El objetivo de la bioética, tal como la "fundaron" el Hastings Center (1969) – llevado a cabo por el filósofo Daniel Callahan y el psiquiatra Willard Gaylin, en la población de Hastings-on-Hudson - y el Instituto Kennedy (1972) era animar al debate y al diálogo interdisciplinar entre la medicina, la filosofía y la ética, y supuso una notable renovación de la ética médica tradicional.
La prestigiosa Enciclopedia de Bioética coordinada por W. T. Reich (1978), que define la Bioética como “el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y del cuidado sanitario, en cuanto que tal conducta se examina a la luz de los valores y los principios morales”, propone hablar de un doble origen (bilocated birth) o nacimiento y a un doble alcance del mismo: la bioética en el sentido del “legado de Hellegers” es una versión más restringida, dedicada a problemas relacionados con la ética médica; y la bioética en el sentido de “legado de Potter”, es más general, tiene un sentido más evolucionista, está más interesada por problemas éticos en relación con la biología y la ecología, de puente entre la cultura médica y las humanidades. De manera resumida, la primera orientación se podría asimilar con la gestión de valores del cuerpo, y la segunda con la gestión de valores de la vida. Fue la primera la que se impuso por razones de urgencia política y por la financiación y apoyo institucional que Potter no tuvo: la prestigiosa Universidad de Georgetown, y el apoyo económico de la Fundación Kennedy.
Según el mismo Potter explicaría años más tarde, la palabra le vino a la mente al improviso, al unir dos términos: ‘bios’, que representaría las ciencias biológicas; y ‘ethics’, una palabra con la que no aludía simplemente a la ética, sino a los valores humanos en general.

El sentido de la bioética, según Potter, era sencillo y apremiante: elaborar una ciencia orientada a garantizar la supervivencia humana en el planeta Tierra, a través del diálogo entre las ciencias experimentales y las ciencias humanísticas.

Potter supuso que nadie, antes que él, había usado la palabra bioética. Sin embargo, varios expertos están empezando a reconocer que el término ya había sido usado en 1927, posiblemente por vez primera en la historia humana por un teólogo alemán, Fritz Jahr, quien publicó un editorial en la revista ‘Kosmos’ (vol. 21, pp. 2-4), titulado Bio-ethik: Eine Umschau über die ethischen Beziehungen des Menschen zu Tier und Pflanze (‘Bio-ética: una panorámica sobre la relación ética del hombre con los animales y las plantas’).

Años más tarde, en 1934, Jahr publicó otro trabajo donde volvió sobre la noción de ‘Bio-ethik’: Drei Studien zum 5. Gebot, en la revista ‘Ethik. Sexual und Gesellschaftsethik’ (vol. 11 (1934), pp. 183-87).

La idea de Fritz Jahr era sencilla: inspirado en los famosos imperativos éticos de Kant, quería subrayar la importancia de un “imperativo bioético” que orientase correctamente nuestro comportamiento respecto de todos los seres vivos.

Es casi seguro que Potter no conocía a Jahr, y que de buena fe pensaba haber descubierto una palabra a la que dio un sentido diferente del que había dado Jahr. De haber conocido Potter la obra de su predecesor, seguramente lo habría citado y estudiado con interés.

Son varios los trabajos que empiezan a reconocer la importancia de las ideas de Fritz Jahr. Uno es un opúsculo publicado en 2007 por Hans-Martin Sass, que lleva como título Fritz Jahr’s Bioethischer Imperativ. 80 Jahre Bioethik in Deutschland von 1927 bis 2007. En esta publicación se recogen los dos textos de Jahr (el de 1927 y el de 1934). Puede accederse a este trabajo completo en http://www.ethik-in-der-praxis.de/MM-175.pdf.


La bioética, una disciplina nueva pero con raíces profundas en el pensamiento humano, empieza a dar su justo espacio a quien, por lo menos según lo que sabemos hasta ahora, inventó un término afortunado y fecundo

Vale la pena, por amor a la justicia, reconocer y estudiar el nombre y las ideas de Fritz Jahr sobre la bioética, y actualizar los numerosos libros y estudios de bioética que hasta ahora no conocían al inventor del término.

La situación expresada anteriormente, que ya se comenzaba a vislumbrar más nítidamente a mediados del pasado siglo, motivó todo un movimiento de abordaje ético. Es menester reconocer también a Aldo Leopold como uno de los precursores. En sus dos obras publicadas póstumamente en 1949 –de las cuales «Land Ethics» (Ética de la Tierra) es quizás la más conocida- Leopold delinea las bases de una ética ambientalista, avanzada incluso para nuestros días. Él abogaba por la inversión de las bases tradicionales, en las que el hombre reconoce sus privilegios sobre la tierra pero no sus obligaciones para con ella, de modo que su relación con el medio ambiente dejase de fundarse en términos de dominio y de regirse por razones exclusivamente económicas. Pero su principal aporte fue el planteamiento de la necesidad de un sistema moral que uniese los crecientes conocimientos biológicos con la esfera de la ética y de los valores humanos. Esto último no fue bien comprendido en aquel momento (incluso aun hoy no lo es de manera suficiente), por lo que en las décadas siguientes el ambientalismo asumió un abordaje que implicaba una clara confrontación entre «ética» y «ciencia».

Hago mención a algunos artículos sobre la bioética de Fritz Jahr:

- Fernando Lolas, Bioethics and animal research. A personal perspective and a note on the contribution of Fritz Jahr, Biological Research 41 (2008), pp. 119-123.

- Hans-Martin Sass, Fritz Jahr’s 1927 Concept of Bioethics, Kennedy Institute of Ethics Journal 17 (2008), pp. 279-295.

- José Roberto Goldim, Revisiting the Beginning of Bioethics: The Contribution of Fritz Jahr (1927), Perspectives in Biology and Medicine 52 (2009), pp. 377-380.

- Natacha Salomé Lima, Fritz Jahr y el Zeitgeist de la bioética, Aesthethika 5 (2009), pp. 4-11.

jueves, 31 de enero de 2013

La investigación en la Universidad española

La Monografía “Universidad, universitarios y productividad en España” (Pérez García/Serrano Martínez; Pastor Monsálvez et al. Fundación BBVA 2012) pone en evidencia ciertos aspectos de la investigación en la Universidad Española a través de una serie de datos incontestables.
No es la primera vez que nos aventuramos en el tema de la Investigación en España. Mencionábamos en su dia que en biotecnología -la aplicación de la ciencia y la tecnología a organismos vivos- despegaba en España en lo que se refiere al número de investigadores, empresas y publicaciones científicas, pero este auge apenas se traducía en patentes. Así lo ponía de manifiesto el informe Relevancia de la Biotecnología en España 2011, elaborado por la Fundación Genoma España que analizaba la evolución del sector entre 2000 y 2010. “Las patentes siguen siendo aún muy bajas. Continuamos sin ser capaces de transformar el conocimiento”.
Resaltábamos también en su día la opinión de Santiago Hernández, catedrático de Biología de la ULPGC cuando decía que "siempre me he mostrado en contra de que se den los fondos a los rectores, el dinero se lo tienen que dar a los investigadores. Los rectores se lo gastan en pagar a los amigos", dice. "Nunca dejamos de pedir proyectos, vivimos de eso, la Universidad y la Comunidad nunca nos ha dado un duro y hemos traído mucho dinero a esta Universidad. Seguiremos viviendo de eso", agregó. "La ciencia, nos guste o no, es competitiva y el dinero hay que dárselo a los mejores investigadores y a las mejores ideas. La Plocan, por ejemplo, son 50 millones de euros para alguien que tiene menos currículum que mi becario. Así está el país, hundido, porque se hace todo por amiguismo".
Este paisaje, de por si desolador, se ve refrendado por el referido Informe de la Fundación BBVA. Reconoce defectos inherentes a nuestra Universidad en varios aspectos, como, primero, “financiar tiempo para la investigación a todos los docentes, aunque no la realicen”; segundo, “simular que la investigación es en todos los casos clave para la selección del profesorado, aunque en realidad no vaya a ser una actividad regular y relevante en una buena parte del sistema”. A consecuencia de esa falta de reconocimiento de la mayor o menor especialización en investigación, la asignación de los recursos a la financiación de estas actividades resulta ineficiente, en perjuicio de las personas, unidades e instituciones que más las realizan.
Según los datos disponibles, “la investigación regular se concentra en apenas la mitad del personal estable de las universidades”. Pero “las dos terceras partes de los recursos para investigación se canalizan a través del salario de los profesores que, en el caso de los que pertenecen a cuerpos de funcionarios, tienen tiempo financiado para estas actividades de manera permanente aunque no las realicen”.
Se financia tiempo para investigar a personas que no lo hacen y se asignan las mismas cargas docentes a todo el profesorado, con independencia de sus resultados de investigación.
Los profesores que no obtienen resultados de investigación regularmente —solo el 20% han conseguido evaluar positivamente todos los tramos de investigación que podrían haber acreditado—, pero no por ello tienen que realizar más actividad docente, pueden disfrutar durante años y años de jornadas laborales cortas.
Todos los profesores hacen docencia e investigación y les pagan tiempo para dedicarlo a ambas actividades sin controlar los resultados ni adoptar decisiones en consecuencia.
En cuanto a los incentivos para el desarrollo profesional, este depende en buena medida del apoyo del entorno próximo o del cumplimiento de requisitos establecidos por normativas generales de habilitación o acreditación que no reconocen la especialización de las universidades y departamentos. Como consecuencia de la multiplicidad de requisitos —muchos de ellos menores y otros no relacionados realmente con la actividad profesional sino con la gestión—, un profesor con potentes resultados de investigación podría no cumplir los requisitos de acreditación para que lo pudiera contratar un departamento que se orienta en esa dirección. Y un excelente docente sin méritos de investigación tampoco sería candidato a un departamento que se dedica de hecho a la formación.
De hecho, las universidades más prestigiosas del mundo son famosas tanto por su actividad investigadora como por la calidad de sus enseñanzas en determinados campos del saber y, con frecuencia, por la fama de sus cursos de posgrado. En ellos se forman los mejores especialistas y los educadores del futuro, tanto de los niveles universitarios como no universitarios. En cambio en España pocas universidades son reconocidas por su especialización en las enseñanzas de posgrado o por la calidad de sus títulos en los distintos campos del saber. “Si esto significa que para las instituciones o para los estudiantes la calidad de la formación no importa, tenemos un problema serio”.
Y lo peor de todo, nadie se plantea cambiarlo.
(De "Bioética, Sociedad y Cultura" )